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      Ajustar la silla de oficina: adopta una postura ideal

      ¿Dolor de espalda, cuello tenso, cansancio al final del día? La causa suele ser una configuración o ajuste incorrecto de tu silla de oficina. Para adoptar una buena postura en la oficina, no basta con sentarse recto: también hay que saber para qué sirve el pomo de la parte inferior de una silla de oficina y cómo ajustar la altura de una silla de forma óptima. Descubre nuestros consejos prácticos sobre cómo ajustar tu silla de oficina para adoptar una postura de oficina ideal, beneficiosa para tu comodidad y tu salud.

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      ¿Por qué es importante el ajuste de la silla de oficina para tu postura?

      ¿Pasas varias horas al día delante de una pantalla? Tu cuerpo sufre. Una silla de escritorio mal ajustada provoca rápidamente dolores cervicales, fatiga muscular e incluso problemas crónicos. El dolor de espalda no es inevitable, pero a menudo es un síntoma de una mala postura prolongada.

      Un asiento regulable en altura mantiene la columna vertebral en su eje natural. Este sencillo ajuste, que a menudo se pasa por alto, desempeña un papel decisivo. Ayuda a distribuir el peso uniformemente por la pelvis. Reduce la tensión en la zona lumbar. El pomo de la parte inferior de una silla de oficina no está ahí por casualidad: sirve para ajustar la resistencia de la inclinación o la profundidad del asiento, dos factores que repercuten directamente en el confort postural.

      La configuración incorrecta de tu silla de oficina ejerce una presión adicional sobre los discos intervertebrales. Bloquea la circulación sanguínea en las piernas. También obliga a los hombros a compensar, causando rigidez e incomodidad. Por el contrario, una postura bien calibrada en la oficina, con las caderas ligeramente por encima de las rodillas, alivia la presión sobre la columna vertebral. Previene los trastornos musculoesqueléticos (TME), responsables de un gran número de paros laborales.

      Preparación del espacio de trabajo antes de ajustar el asiento

      Antes de ajustar tu silla de oficina, prepara tu entorno de trabajo. Una buena configuración no sirve de nada si tu escritorio o tu pantalla están mal colocados. La altura del escritorio debe corresponder a la altura de los codos cuando los brazos descansan de forma natural. Si el escritorio es demasiado bajo, los hombros se encorvan. Si es demasiado alto, se tensan. En ambos casos, la postura se resiente.

      La pantalla debe estar a la altura de los ojos, aproximadamente a un brazo de distancia. Esto reduce la tensión en la nuca. Inclinar la cabeza hacia delante durante varias horas al día puede ser suficiente para provocar dolor crónico. Una simple ampliación puede corregir este problema.

      Tanto el teclado como el ratón deben mantenerse cerca del cuerpo. Cuanto más separados estén, más se extenderán los brazos. Los hombros se tensan, aumenta la fatiga. Colocar el equipo correctamente aligerará la carga sobre los músculos.

      La configuración de tu silla viene en último lugar. Se adapta al espacio, no al revés. Ajustar la altura de la silla de oficina sólo tiene sentido si se optimizan los demás parámetros. La ergonomía se basa en un conjunto coherente. Cada elemento cuenta.

      ¿Cómo se ajusta la silla de oficina para lograr una postura ideal?

      Ajustar la silla de oficina para lograr una postura ideal implica algo más que sentarse cómodamente. Cada ajuste debe estar diseñado para sostener el cuerpo, limitar la tensión muscular y favorecer una buena postura en la oficina. 

      A continuación, se indican los pasos clave para una configuración óptima de tu silla de oficina, incorporando los ajustes adecuados.

      • Ajusta la altura de tu silla de oficina: la altura de tu asiento debe permitir que tus pies descansen planos sobre el suelo. Rodillas flexionadas a 90 °, caderas ligeramente más altas que las rodillas. Esta configuración estabiliza la pelvis al tiempo que reduce la presión sobre la zona lumbar. Una silla demasiado alta corta la circulación de las piernas. Demasiado bajo, redondea la columna vertebral.
      • Ajusta la profundidad y el ángulo del asiento: el asiento no debe presionar la parte posterior de las rodillas. Deja un espacio de dos o tres dedos para evitar la compresión. Si tu asiento regulable en altura lo permite, inclínalo ligeramente hacia delante para favorecer una postura activa y abierta. Esto ayuda a mantener la espalda recta de forma natural.
      • Utilizar sabiamente el pomo de debajo de la silla de oficina: ¿quieres saber para qué sirve el pomo de debajo de una silla de oficina? Permite ajustar la tensión del respaldo o la profundidad del asiento. El ajuste correcto permite mover la espalda sin forzarla. Así evitarás quedarte atrapado en una postura rígida.
      • Ajusta el respaldo para que se adapte a la curvatura natural de tu espalda: el respaldo debe seguir la forma de tu columna vertebral. El soporte lumbar, si existe, debe colocarse en la parte baja de la espalda. Ayuda a aliviar la presión sobre los discos vertebrales y a prevenir el dolor crónico. Un respaldo mal ajustado puede provocar un arqueamiento excesivo o una relajación de la postura.
      • Coloca los reposabrazos correctamente: los reposabrazos deben apoyar los antebrazos sin encoger los hombros. Ajústalos a la altura del escritorio o ligeramente por debajo. Esto ayuda a relajar los músculos trapecios. Los reposabrazos demasiado bajos o demasiado altos desalinean los hombros y aumentan la tensión.
      • Comprueba la movilidad y estabilidad del asiento: una silla de oficina giratoria con ruedas en buen estado permite desplazarse sin torcerse. Estos microajustes evitan la rigidez articular. Otro factor importante para ajustar correctamente el asiento es su capacidad para seguir tus movimientos, sin constreñirte.

      Siguiendo estos ajustes paso a paso, puedes adoptar una buena postura en el escritorio, reducir los dolores cotidianos y prevenir los trastornos musculoesqueléticos. 

      ¿Cómo puedes comprobar tu postura después de ajustar tu silla de oficina?

      Una vez ajustado correctamente el asiento de altura regulable, sigue siendo esencial comprobar la postura general. Sin este paso, incluso la mejor configuración de silla puede perder eficacia. El cuerpo siempre busca apoyo. Si el entorno no es coherente, lo compensará. Resultado: tensión muscular, fatiga prematura, dolor localizado.

      Empieza por mirarte los pies. Deben estar apoyados en el suelo. Si no es así, añade un reposapiés. Un contacto estable con el suelo significa una mejor distribución del peso. Esto estabiliza toda la postura sin esfuerzos innecesarios.

      El respaldo de la silla de oficina debe apoyar la espalda sin forzarla. Una vez apoyada en el respaldo, la espalda debe permanecer recta. Los hombros caen de forma natural. No debe haber tensión. Si los hombros te llegan hasta las orejas, probablemente los reposabrazos están demasiado altos. Si están caídos, es necesario reajustar la altura de tu silla de oficina.

      La pantalla desempeña un papel fundamental a la hora de mantener una buena postura en el escritorio. Debe estar a la altura de los ojos, mirando hacia ti. Inclinar la cabeza, aunque sea ligeramente, aumenta la presión sobre las vértebras cervicales. Con el tiempo, esta desalineación puede provocar dolores de cabeza o rigidez crónica.

      Para evaluar tu postura, un espejo lateral puede ayudarte. Revela la alineación general, desde la pelvis hasta la cabeza. En su defecto, pide a un tercero que te observe. Un ojo externo puede detectar fácilmente una cabeza echada hacia delante o los hombros redondeados. Estos pequeños desequilibrios se acumulan. Cansan el cuerpo. Es mejor corregirlos a tiempo.

      Sólo te llevará unos minutos comprobar tu postura. Esta comprobación valida o rechaza todos los ajustes realizados previamente. Convierte un simple ajuste del asiento de la oficina en una auténtica iniciativa de prevención.

      Algunos consejos para optimizar tu postura en la oficina

      Incluso con un asiento de altura regulable correctamente ajustado, permanecer sentado todo el día es perjudicial para el cuerpo. Alternar entre estar sentado y de pie alivia la tensión. Un escritorio regulable en altura permite variar la postura, proteger la espalda y favorecer la circulación. Acuérdate de hacer descansos regulares. Camina unos minutos, estira los hombros y relaja las muñecas. 

      Estos sencillos gestos mejoran la postura y reducen la fatiga. Una buena posición en la oficina no es suficiente: la actividad física diaria sigue siendo esencial. Treinta minutos de movimiento al día fortalecen los músculos posturales. Observa tu cuerpo. Corrige la tensión y reajústala si es necesario. La configuración correcta de tu silla de oficina no sustituye las necesidades de tu cuerpo. Lo complementa para un confort duradero.

      ¿Qué puedes hacer si tu silla de oficina no es ergonómica?

      Si tu silla actual no es ergonómica, unos sencillos ajustes pueden mejorar tu postura en la oficina. Un cojín lumbar proporciona un apoyo eficaz para la parte inferior de la espalda. Un reposapiés compensa si la altura de tu silla de oficina es demasiado alta. Estas soluciones temporales limitan las molestias sin tener que cambiar todo el mobiliario. 

      Además, comprueba que tu asiento regulable en altura se mantiene estable, sin hundimientos graduales. Si no es así, plantéate sustituirlo. Una silla ergonómica tiene tres características esenciales: un respaldo con apoyo lumbar integrado, un asiento regulable en profundidad y reposabrazos ajustables. Algunos modelos de bajo coste ofrecen estas funciones básicas. Es mejor invertir con sensatez que sufrir a diario. La configuración correcta de la silla marca la diferencia en cuanto a comodidad.

      Céleste Courbet
      Céleste Courbet
      Journaliste web
      Passer des heures plongée dans un essai, un roman historique ou une série policière ne m’empêche pas d’activer l’un de mes superpouvoirs : dénicher, au détour d’une brocante ou d’un vide-grenier, la pièce oubliée qui fera battre mon cœur de collectionneuse. Antiquaire spécialisée dans le mobilier XVIIIe et XIXe siècle depuis plus de quinze ans, je suis aussi une bricoleuse invétérée, toujours prête à redonner vie à une commode défraîchie ou à revisser une poignée Empire.